martes, 21 de abril de 2015
Del mexicano en las calles
Al parecer no podemos evitarlo, el mexicano en las calles se transforma, le es imposible acatar un reglamento y tiene un complejo que voy a llamar el síndrome de la excepción. No importa si es peatón, ciclista, motociclista, automovilista o prestador de servicio de transporte público. El mexicano sale a las calles a hacer lo que quiere, sin respeto, sin límites y con la soberbia bien puesta. Llamo soberbia a ese desplante que le autoriza estacionarse en doble fila porque nomás es un ratito, que le permite atravesar un eje vial a media cuadra porque va a esa casa a media calle, a circular por las banquetas en su bici porque es muy peligroso por las calles, a pasarse un alto porque no viene nadie y en general a pensar que para violar un reglamento no hace falta más que tener un motivo apoyado en la impecable lógica personal. Esta realidad que vivimos en las calles me llevó a plantearme un absurdo experimento: no importaba si iba de peatón, ciclista o automovilista, actuaría respetando estrictamente el reglamento de tránsito. Tomé esa decisión hace cerca de ocho meses y aún sigo vivo y además descubrí que no está jodido ese reglamento que todos desprecian, al contrario, descubrí que los jodidos son los que andan en las calles sin respetarlo. Ahora la misión será concientizar a todos de que siguiéndolo se resuelven gran cantidad de problemas que hacen de esta ciudad el caos vial del que todos nos quejamos. Coinciencia y difusión son la respuesta a conductas que desgraciadamente forman parte arraigada de lo que somos. Conciencia y difusión para cambiar esa mentalidad de excepción que enarbolamos y nos empobrecen como sociedad. Conciencia y difusión para hacer de nosotros mejores ciudadanos y personas.
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